La historia del Vodka Syrenka se remonta al siglo XIX, con Marcin Sikorski, un reconocido maestro destilador. Estudiando los componentes que la tradición había considerado esenciales en un auténtico vodka polaco, se percató de que los maestros destiladores habían ido descuidando progresivamente la selección del agua. Por ello, empezó una búsqueda para encontrar el agua más depurada, fina e impoluta de toda la orografía polaca. Siguiendo el cauce de un río, Marcin vislumbró en la corriente la silueta de una sirena que parecía querer guiarle. Tras varias horas de persecución, llegó hasta el nacimiento de un manantial virgen con un agua insípida, incolora e inusualmente pura.

Tras encontrar el agua y el nombre que bautizaría su obra maestra, Marcin inició la búsqueda de los mejores granos de centeno y trigo, que acabaron sometidos a cuatro destilaciones para alcanzar el grado de pureza necesario, y a un doble filtrado para eliminar impurezas.

El resultado es un vodka de insuperable suavidad, incoloro y cristalino, embriagador en matices aromáticos y con una entrada en boca amable, fina y equilibrada.